Por: Ramón Suastes Varela
En los tiempos que nos acometen los niños son clientes,
compradores y gastadores. Por esta razón se ha creado un mercadeo integrado,
total, destinado a informar, persuadir, vender y satisfacer a los niños como
clientes. Cabe señalar que la distribución, diseños, localización, logística,
estrategias de mercado, situación en la tienda y otras más es diferente a otros
productos porque entran fechas como navidad, reyes magos, día del niño, y otras, en donde para esas fechas cambian
radicalmente las estrategias y el marketing.
En cuestiones de costos de publicidad no hay
comparación con otras por que como se mencionó con anterioridad estos costos
suben impresionante en las fechas ya mencionadas. Se gastan más de 1.200 millones de dólares por
año en mensajes publicitarios en promoción y difusión. Estos gastos claro están
respaldados por otros cientos de millones que se invierten en estudios de
mercado.
Sociológicamente, existe una explicación
parcial al estatus económico de los niños, partiendo con muchas suposiciones y
sin un orden particular en los cuales encontramos Menos niños por padre, Menos
padres por niño, postergar el
tener hijos, Familias de doble
ingreso y el resultado de todas estas variables es un niño consciente de
su dinero, más confiado en sí mismo y más maduro para el mercado, conociéndolo
mucho mejor que niños de otras décadas, esto procurado además de los padres,
por el vendedor.
En ese
sentido, la publicidad infantil se ha convertido en un nicho de mercado
rentable para las empresas que producen y distribuyen golosinas, alimentos con
bajo contenido nutritivo y juguetes de todo tipo. Todo fue a partir de los años
90’s que los niños empezaron a ser considerados consumidores autónomos: “desde
entonces, la publicidad se dirige a ellos utilizando herramientas como la
seducción, el engaño y la manipulación”.
Los
niños son el público más indefenso ante la persuasión publicitaria, sobre todo,
por su ingenuidad. Por este motivo, la publicidad dirigida a ellos debe estar
regulada por los padres, los educadores, los medios de comunicación y las
propias empresas anunciantes. Otro de los recursos más eficaces para proteger a
los niños contra la manipulación publicitaria consiste en educarles para el uso
crítico de los medios, utilizándolos como instrumentos.
Todo
este rodeo es para preguntar, de forma sencilla, ¿cuál es la finalidad de esta publicidad
dirigida a los niños?, ¿existirá un trasfondo mayor al de tratar de explotar la
credulidad y sugestibilidad para hacerlos presionar a sus padres en las compras
de determinados productos que no les aportan un beneficio real? La respuesta es
una y mil, por cada padre, tutor y7o benefactor que existe en todo niño.
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